Comer
es una tarea habitual que, a fuerza de repetirse y repetirse, se
vuelve mecánica y, por todos los motivos que se imagina, puede
llegar a ser ajena a nuestro control, ajena a nuestra conciencia.
Que
comer sea una actividad rutinaria, que camina ajena a nuestra
voluntad, es un problema. Podemos comer sin tener conciencia
de que lo hacemos y en qué cantidades. El escenario perfecto para
romper un equilibrio dietético y engordar.
En
estas líneas vamos a proponer cuatro estrategias muy simples, cuatro
conductas, que nos ayudarán a tomar conciencia de que nos
alimentamos, de que comemos, jugando con nuestra percepción. Vamos
con la primera, utilizar platos de otros tamaños:
-Utilice
platos pequeños. Se trata de ser conscientes de que hemos terminado
con la ración que nos hemos puesto. A veces no lo advertimos, pero
comemos raciones abundantes en platos grandes, más allá de nuestras
ganas de comer y de las necesidades nutricionales. Por éso, utilizar
platos pequeños nos invita a tomar más conciencia y control sobre
las cantidades de comida.
-Tomar
conciencia del primer bocado. Si no apuntamos a intentar pararnos a
degustar la primera pieza de comida que nos echamos a la boca,
tomaremos conciencia de sabores y de retrogustos, de sabores
primarios y secundarios, algo que nos ayudará a desautomatizar el
gesto de comer y retirar compulsiones alimenticias de la mesa.
-Sentarse
a la mesa. Comer de pie, combinar la comida con otra actividad, puede
llevarnos a despistarnos sobre lo que estamos haciendo para comer y
quitarnos de en medio esa conciencia. Sentarse a la mesa y colocarse
detrás de un plato es un gesto que nos pone ante el hecho de
alimentarnos. Una forma de no despistarnos y de dejar de comer en
exceso por falta de control.
-Colocar
el tenedor boca abajo. Si se coloca el tenedor boca abajo en el
plato, tendremos más dificultades para emplearlo con rapidez en la
recogida de nuevos bocados de comida. La idea es ralentizar el gesto,
crearnos algunas dificultades para tomar las piezas de comida. Éso
no acercará a comprender lo que estamos haciendo.
-Use
la mano no dominante. La mano que no es la dominante puede ser
nuestro mejor aliada. La falta de destreza nos ayudará a tener
conciencia de lo que estamos haciendo y aportará lentitud a la toma
de los trozos de alimento que nos llevamos a la boca. Una dificultad
que juega también a favor de nuestra dieta.
Adiós
a comer sin tener conciencia. Y salud.
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